EL PARQUE
Ainhize Castaños (2º ESO A)
La mañana despierta en el parque, el mar rompe en las piedras que rodean a este, intentando desperezarle tras un largo sueño. Empiezan a llegar las primeras personas a este bello lugar, donde el mar se junta con la montaña, estas las más madrugadoras vienen en compañía de sus mascotas y muchas no es que rebosen alegría precisamente, es más, se podría decir que en esos momentos preferirían no tener perro.
Aparte de estos paseantes, también se encuentra algún padre, al que su adorado bebé no le ha dejado dormir esa noche, pero no sólo hay personas que madruguen por problemas. Llegan señoras con su chándal corriendo, porque han oído en la televisión que correr por la mañana es muy bueno para su salud. Poco a poco, la gente va y vuelve llenando de vida el lugar.
 Apenas faltando tiempo para el mediodía, llegan los primeros niños que corretean sin cesar de punta a punta del parque, llevándose a su paso más de una correa, con la que algún dueño poco madrugador, acompaña a su perro por el lugar. Las madres aprisa se dirigen a estos pidiendo perdón, mientras agarran con una mano al pequeño. Dependiendo de la ocasión y del dueño la situación puede resolverse de una manera u otra, puede decir con una sonrisa son cosas de niños, o gritar alzando la mano pidiendo a la madre que debe controlarle porque puede dañar a alguien. Enseguida se olvida y el niño vuelve a jugar y las madres a hablar. En un banco cercano muy atentas a lo ocurrido, se encuentran unas señoras de considerable edad, comentando el suceso y cuchicheando mil y una cosas de las cuales la mitad son falsas.
Según se acerca la hora de comer, el parque se va notando desierto, quedan cuatro retrasados contemplando la singular belleza del mar. Después de irse estos llegan los más ligeros a contarse los problemas sentados entre rocas. La gente vuelve paseando y un grupo de amigas se da una vuelta con sus bicicletas y comentan la suerte que ha tenido un hombre al encontrarse con tantos peces, pues esta pescando tanto como si los peces se pelearían por subir en su anzuelo. Unos chicos se ponen a dispararlas globos de agua las amigas que van en bicicleta aprovechando distraídas observando al pescador, huyen montadas en sus bicicletas fuera del lugar al notar el primer globo. Los chicos riéndose se vuelven hacia un rincón escondido donde guardan los globos que les sobran por si acaso.
La noche entra, los niños desaparecen primero, luego los chicos y las chicas y sólo queda en el lugar alguna pareja está sentada mirando al mar con las manos entrelazadas. Unos amigos brindan con unas botellas de cerveza por la noche y poco a poco el parque se queda desierto y dormido esperando a que vuelva el día a despertarle una vez más.