Mar 142010
Esta pasada semana hemos recibido cifras esperanzadoras para la Iglesia en España: en el curso presente el número de seminaristas ha aumentado, de tal modo que los aspirantes al sacerdocio siguen creciendo poco a poco. Ser sacerdote hoy día es un reto difícil y apasionante, lleno de belleza y de riesgos, como cualquier aventura humana en la que se busca un tesoro precioso. Para nosotros ese tesoro es el Reino de los Cielos que debe ser instaurado en los corazones humanos, corazones muchas veces rotos y confundidos pero sedientos de la paz y la luz que aporta Jesucristo. Cada vocación sacerdotal es un milagro a la vez que un regalo que Dios hace a la humanidad.
En este año sacerdotal debemos valorar y cuidar las vocaciones, pues el ministerio sacerdotal está siendo constantemente cuestionado por aquellos que no quieren creer que Dios se sirve de instrumentos débiles para hacer llegar el gozo de su salvación a la humanidad. Pero Jesucristo eligió apóstoles que a la vez eligieron a sucesores que han mantenido íntegro el depósito de la fe y han continuado la tarea evangelizadora en medio de todas las circunstancias, fueran favorables o adversas. Es importante que los cristianos nos impliquemos en la pastoral vocacional que cada diócesis realiza con todo el cariño, pues el futuro de nuestras parroquias depende del presente de nuestros seminario