Los Misioneros Paúles (llamados Vicentinos en Latinoamérica, a veces también Lazaristas) celebran hoy, día de la conversión de San Pablo, la fundación de la «Congregación de Misión», su nombre oficial.
San Vicente de Paúl, fundador de los Misioneros Paúles y de las Hijas de la Caridad, vivió a comienzos del siglo XVII una experiencia que fue determinante en su vocación: la confesión de un sencillo campesino fue el arranque de una gran obra del Espíritu Santo en favor de los pobres.
Casi 400 años después, la familia vicenciana sigue con su labor sencilla y callada en todas partes del mundo. Las Hijas de la Caridad pueblan hospitales, casas de sida, hospicios, colegios, allá donde los pobres las necesitan se encontrará una hija de Vicente echándoles una mano.
Los Misioneros Paúles siguen presentes en las misiones, tanto en países menos desarrollados, como en las misiones populares en España, entre otros muchos países. Pero también en parroquias, colegios, cárceles, hospitales, con los jóvenes… El anuncio del Evangelio a los más pobres está en el mismo corazón de la Congregación, que en su lema ya dice: «Fui enviado a evangelizar a los pobres», recordando aquellas palabras de Isaías que el mismo Jesucristo leyó en la sinagoga e hizo propias. ¡Qué gran misión!
Los tiempos cambian, las necesidades también. Los modelos y métodos deberán ser, necesariamente, distintos. Pero el reto de Vicente sigue vigente en nuestros días: «Los pobres siempre estarán con vosotros«, y nosotros a su lado para que dejen de ser los excluídos.