Ene 172013
 

Los ocho días que van desde el 18 al 25 de enero constituyen la «Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos». Si nos remitimos a la Biblia, parece evidente que el «que sean uno, Padre, como tú y yo somos uno» no es una realidad entre los cristianos desde hace muchos siglos. Y es que el partidismo forma parte de nuestra esencia. Sin embargo, hace ya muchos años que desde distintos ámbitos se buscan más los puntos que hay de encuentro, que los que hay de separación. Y es que el mandato de Jesús de ser uno en Dios nosotros hemos de intentar traducirlo en acciones concretas. Por eso el Consejo Mundial de las Iglesias elabora cada año unos materiales para que 20050522a lo largo de ocho días todos los cristianos recemos lo mismo, pidamos lo mismo, celebremos lo mismo. El esfuerzo por buscar espacios y momentos de encuentro entre las Iglesias se llama «ecumenismo» y este es, sin duda, el momento más destacado a lo largo del año en el que se nos pide que hagamos esfuerzos por encontrarnos.

El final de esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos es la fiesta de la Conversión de San Pablo. Una conversión a Cristo, no a tal o cual sección. En definitiva, se nos dice que si todos hubiésemos caído del caballo, que si todos hubiésemos visto la luz después de nuestra ceguera, que si todos hubiésemos convertido nuestras vidas al Reino de Dios, no existirían las disensiones que existen. Habría diferencias, porque debe haberlas, pero habría más motivos para el encuentro que argumentos para la separación.

Busquemos unos momentos para orar por la Unidad. Hagamos el compromiso de respetar las distintas creencias religiosas.

 

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